Oficina de prensa del Teatro Colón
“Eterna Flotación: los monstruito’ ” es el título de esta nueva ópera argentina que está llamada a ser uno de los mas atrayentes estrenos propuestos los últimos tiempos por el CETC del Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, ya por las brillantes trayectorias artísticas de sus autores, ambos emblemáticos en sus campos respectivos, como por lo extremadamente controversial de su contenido temático.
Convocado por Rodolfo E. Fogwill a instancias del Centro de Experimentación del Teatro Colón, Oscar Edelstein comenzó a trabajar en la composición de la ópera "Eterna Flotación: Los Monstruito" en el año 2005. Edelstein guionó literalmente los dos poemas: "Contra el Cristal de La Pecera de Acuario"y "El Antes de los Monstruito" del libro LO DADO para transformarlos en un contínuo discursivo que funciona como texto dramático.
La asignación de las diferentes voces, el planteo de situaciones, la generación de estados y la representación de acciones concretas permitieron desarrollar a los personajes de acuerdo a una interpretación libre de sentido y forma, pero respetando palabra por palabra a los textos originales.
Eterna Flotación: Los Monstruito está dividida en dos actos de 11 momentos cada uno. En el primer acto -La Pecera- los personajes están desdibujados y en constante flotación bajo una tibia luz azul. En el segundo acto - "Los monstruito"- se avanza hacia una explicitación cada vez mayor de su discurso profundo mientras los personajes se muestran y desarrollan totalmente.
En esta versión -v 1 ap. 1 de Eterna Flotación: Los Monstruito- la puesta incluye como único texto agregado a los originales del libro, en forma de coda-commentaire expresiva, el poema de Juan L. Ortiz llamado "El río".
La música:
La música utiliza como propio contenido poético a la creación y reinterpretación de estilos y géneros. Al modo de comentarios críticos, los temas y elementos técnico-materiales son utilizados en diferentes escalas de variación con funciones de tipo imitativas, intermodulantes, proyectivas, amplificatorias. Estas escalas de variantes centradas alrededor de la ópera histórica, incorporan numerosas ilusiones tímbrico-rítmico (indiciales) de la música popular argentina, que se cumplen todas sin utilización de citas, alusiones textuales y/o intertextuales.
Los sujetos y formas aparecen filtrados sólo por la memoria asociativa de largo alcance, combinando técnicas de composición propias con (otras) síntesis de procesos intuitivos generadores -llamados de alta intuición o 'el rayo'- además de las europeas tradicionales.En todos sus niveles, el discurso musical de la obra es objeto de la misma 'caída moral' que afecta al texto; las técnicas se 'deterioran y caen' junto a las formas y los estilos; con ello, también la idea de belleza, música, poesía, viajan desde el azar o la memoria hasta el concreto poder político: la fiesta y el fin de la fiesta argentina.
El río es el único plano al que se desea y mantiene imperturbable. Tal como ocurre con el dicurso profundo del texto original, la música y la poesía avanzan en la escena hacia un estado de representación cada vez más explícito siendo los motores reales del acto y del espacio.
Espacialidad y tímbrica en Eterna...: partiendo de la idea madre del teatro acústico, se utiliza una nueva materialidad instrumental como dispositivo teórico-imaginario que diseña y expone una arquitectura musical y sonora particular por cada momento o estado escénico. La idea sistema del teatro acústico actúa en la creación de entornos espaciales específicos partiendo del uso de las distancias interválicas medidas en todos los niveles perceptivos posibles, como resultado del uso de distancias mensurables entre fuentes fijas y móviles. Esto toma en consideración también a las geometrías creadas dentro del espacio escénico. Entre estos elementos hay interacción y utilización de técnicas de edición y montaje, que son aplicadas en todos los niveles constructivos, micro y macro formales.
Consideraciones sobre el texto original:
El texto original se ubica en un momento clave de la historia Argentina reciente y reflexiona sobre la cotidianidad en versos que trabajan desde el brochazo costumbrista hasta la reflexión profunda de carácter filosófico.
Así como Laguna y El Pollo dialogaban junto al Río de la Plata en el Fausto de Estanislao del Campo, algo más de un siglo después, y a orillas del mismo río, dos individuos que mutuamente se llaman "monstro" o "mostro" conversan y rememoran, ya no la representación de una ópera en el Colón sino un paraíso perdido: el que todos los fines de semana tenía lugar cuando "los negros" aparecían en camiones entre los recreos de la costa y "locos de contentos,/ veían ángeles" dibujando "letras vés" en el cielo. Más que aquel tiempo irrecuperable, sin embargo, el tema de "los monstruito" es lo que va de los años del peronismo clásico a la Argentina de fines del siglo XX, con río contaminado, Internet, shoppings, tarjetas plásticas y menemismo. O el espesor del transcurso de la historia y sus efectos sobre las vidas individuales: "Eso también era otra historia/ La HISTORIA con su final derrota de todas las victorias:/ la historia del arrasar del tiempo".
Vertiginoso, con el tipo de vértigo que produce pararse ante un abismo, "Contra el cristal de la pecera de Acuario" es francamente una alegoría. Así como Platón pensó su alegoría de la caverna, Fogwill elaboró una alegoría de la pecera: es imposible no identificarse, alarmado, con uno de esos peces que, bañados en una luz tibia, nadan, acariciando el cristal y suponiendo detrás del cristal sombras humanas, "como si hubiera mundos/ fuera de la pecera", o "efectos / de nuestros sueños contra el cristal", y "siempre invocando un ruido/ de rotos/ cristales/ imaginados". ¿Es la Argentina la prisión o el universo que alegoriza la pecera? ¿Es la sociedad en general? ¿La cultura, la conciencia, el ser? ¿Es la condición humana? El poema se deja leer de todos esos modos y de otros, lo que vale es el encuentro con aquello que toca la conciencia al leer, el placer mental de los hallazgos que el murmurado fluir de la voz entrelaza y alterna, como se suceden los acordes de una pieza musical.
"El antes de los monstruito" es el último de los tres poemas que componen el libro "Lo dado" y es seguramente uno de los textos más importantes que Fogwill produjo, por las posibilidades que abre a la literatura y por las que lleva a reconsiderar; pero, vistos desde otro ángulo, quizá más importantes aun sean los otros dos.
Menos novedosos o audaces, "Contra el cristal de la pecera de Acuario" y "Lo dado" son, puede decirse, más inagotables, suponiendo que haya grados de inagotabilidad. Nunca Fogwill había llevado tan lejos o tan a fondo su capacidad de poner en acción la mente e inducirla a preguntarse sin consuelo y sin fin por cuestiones que pueden calificarse de "esenciales": las que articulaban una y otra vez palabras como "memoria", "dolor", "vida" o "repetición" en Partes del todo, o, ahora, "azar", "sueños", "límites", "bienestar".
A fines de la década del 40, Borges y Bioy Casares escriben, condenando la irrupción del peronismo en la política argentina. Seguramente los motivaba un miedo de clase ante el fenómeno popular. Los "monstruito" son patéticos, irrisorios, hasta parecen inofensivos. Conservan la memoria de esa "fiesta" ("millones llegamos a ser alguna vez"), pero ya no asustan a nadie. Son restos de una ilusión, sus desechos. "¿Te acordás vos, basura...?", le dice, melancólicamente, un monstruito a otro.
En la construcción poética de la vida de "pez en la pecera", o la idea de vivir flotando en la burbuja, para luego tener que soportar la irremediable caída al vacío que ofrece la realidad, hay mucho mas que un intento de explicar la historia Argentina reciente.
Convocado por Rodolfo E. Fogwill a instancias del Centro de Experimentación del Teatro Colón, Oscar Edelstein comenzó a trabajar en la composición de la ópera "Eterna Flotación: Los Monstruito" en el año 2005. Edelstein guionó literalmente los dos poemas: "Contra el Cristal de La Pecera de Acuario"y "El Antes de los Monstruito" del libro LO DADO para transformarlos en un contínuo discursivo que funciona como texto dramático.
La asignación de las diferentes voces, el planteo de situaciones, la generación de estados y la representación de acciones concretas permitieron desarrollar a los personajes de acuerdo a una interpretación libre de sentido y forma, pero respetando palabra por palabra a los textos originales.
Eterna Flotación: Los Monstruito está dividida en dos actos de 11 momentos cada uno. En el primer acto -La Pecera- los personajes están desdibujados y en constante flotación bajo una tibia luz azul. En el segundo acto - "Los monstruito"- se avanza hacia una explicitación cada vez mayor de su discurso profundo mientras los personajes se muestran y desarrollan totalmente.
En esta versión -v 1 ap. 1 de Eterna Flotación: Los Monstruito- la puesta incluye como único texto agregado a los originales del libro, en forma de coda-commentaire expresiva, el poema de Juan L. Ortiz llamado "El río".
La música:
La música utiliza como propio contenido poético a la creación y reinterpretación de estilos y géneros. Al modo de comentarios críticos, los temas y elementos técnico-materiales son utilizados en diferentes escalas de variación con funciones de tipo imitativas, intermodulantes, proyectivas, amplificatorias. Estas escalas de variantes centradas alrededor de la ópera histórica, incorporan numerosas ilusiones tímbrico-rítmico (indiciales) de la música popular argentina, que se cumplen todas sin utilización de citas, alusiones textuales y/o intertextuales.
Los sujetos y formas aparecen filtrados sólo por la memoria asociativa de largo alcance, combinando técnicas de composición propias con (otras) síntesis de procesos intuitivos generadores -llamados de alta intuición o 'el rayo'- además de las europeas tradicionales.En todos sus niveles, el discurso musical de la obra es objeto de la misma 'caída moral' que afecta al texto; las técnicas se 'deterioran y caen' junto a las formas y los estilos; con ello, también la idea de belleza, música, poesía, viajan desde el azar o la memoria hasta el concreto poder político: la fiesta y el fin de la fiesta argentina.
El río es el único plano al que se desea y mantiene imperturbable. Tal como ocurre con el dicurso profundo del texto original, la música y la poesía avanzan en la escena hacia un estado de representación cada vez más explícito siendo los motores reales del acto y del espacio.
Espacialidad y tímbrica en Eterna...: partiendo de la idea madre del teatro acústico, se utiliza una nueva materialidad instrumental como dispositivo teórico-imaginario que diseña y expone una arquitectura musical y sonora particular por cada momento o estado escénico. La idea sistema del teatro acústico actúa en la creación de entornos espaciales específicos partiendo del uso de las distancias interválicas medidas en todos los niveles perceptivos posibles, como resultado del uso de distancias mensurables entre fuentes fijas y móviles. Esto toma en consideración también a las geometrías creadas dentro del espacio escénico. Entre estos elementos hay interacción y utilización de técnicas de edición y montaje, que son aplicadas en todos los niveles constructivos, micro y macro formales.
Consideraciones sobre el texto original:
El texto original se ubica en un momento clave de la historia Argentina reciente y reflexiona sobre la cotidianidad en versos que trabajan desde el brochazo costumbrista hasta la reflexión profunda de carácter filosófico.
Así como Laguna y El Pollo dialogaban junto al Río de la Plata en el Fausto de Estanislao del Campo, algo más de un siglo después, y a orillas del mismo río, dos individuos que mutuamente se llaman "monstro" o "mostro" conversan y rememoran, ya no la representación de una ópera en el Colón sino un paraíso perdido: el que todos los fines de semana tenía lugar cuando "los negros" aparecían en camiones entre los recreos de la costa y "locos de contentos,/ veían ángeles" dibujando "letras vés" en el cielo. Más que aquel tiempo irrecuperable, sin embargo, el tema de "los monstruito" es lo que va de los años del peronismo clásico a la Argentina de fines del siglo XX, con río contaminado, Internet, shoppings, tarjetas plásticas y menemismo. O el espesor del transcurso de la historia y sus efectos sobre las vidas individuales: "Eso también era otra historia/ La HISTORIA con su final derrota de todas las victorias:/ la historia del arrasar del tiempo".
Vertiginoso, con el tipo de vértigo que produce pararse ante un abismo, "Contra el cristal de la pecera de Acuario" es francamente una alegoría. Así como Platón pensó su alegoría de la caverna, Fogwill elaboró una alegoría de la pecera: es imposible no identificarse, alarmado, con uno de esos peces que, bañados en una luz tibia, nadan, acariciando el cristal y suponiendo detrás del cristal sombras humanas, "como si hubiera mundos/ fuera de la pecera", o "efectos / de nuestros sueños contra el cristal", y "siempre invocando un ruido/ de rotos/ cristales/ imaginados". ¿Es la Argentina la prisión o el universo que alegoriza la pecera? ¿Es la sociedad en general? ¿La cultura, la conciencia, el ser? ¿Es la condición humana? El poema se deja leer de todos esos modos y de otros, lo que vale es el encuentro con aquello que toca la conciencia al leer, el placer mental de los hallazgos que el murmurado fluir de la voz entrelaza y alterna, como se suceden los acordes de una pieza musical.
"El antes de los monstruito" es el último de los tres poemas que componen el libro "Lo dado" y es seguramente uno de los textos más importantes que Fogwill produjo, por las posibilidades que abre a la literatura y por las que lleva a reconsiderar; pero, vistos desde otro ángulo, quizá más importantes aun sean los otros dos.
Menos novedosos o audaces, "Contra el cristal de la pecera de Acuario" y "Lo dado" son, puede decirse, más inagotables, suponiendo que haya grados de inagotabilidad. Nunca Fogwill había llevado tan lejos o tan a fondo su capacidad de poner en acción la mente e inducirla a preguntarse sin consuelo y sin fin por cuestiones que pueden calificarse de "esenciales": las que articulaban una y otra vez palabras como "memoria", "dolor", "vida" o "repetición" en Partes del todo, o, ahora, "azar", "sueños", "límites", "bienestar".
A fines de la década del 40, Borges y Bioy Casares escriben, condenando la irrupción del peronismo en la política argentina. Seguramente los motivaba un miedo de clase ante el fenómeno popular. Los "monstruito" son patéticos, irrisorios, hasta parecen inofensivos. Conservan la memoria de esa "fiesta" ("millones llegamos a ser alguna vez"), pero ya no asustan a nadie. Son restos de una ilusión, sus desechos. "¿Te acordás vos, basura...?", le dice, melancólicamente, un monstruito a otro.
En la construcción poética de la vida de "pez en la pecera", o la idea de vivir flotando en la burbuja, para luego tener que soportar la irremediable caída al vacío que ofrece la realidad, hay mucho mas que un intento de explicar la historia Argentina reciente.